El Bullying escolar puede definirse como las actitudes agresivas y acosadoras que presenta una persona, o grupo de ellas, contra uno o varios que consideraremos víctimas. Generalmente comienzan en el ámbito escolar para, de no ser detectadas a tiempo, y solucionadas, continuar este terrible “acoso y derribo” en la vida normal (la calle, polideportivos, zonas de recreo, etc…) contra los que sufren esta denigrante situación. Considerado una forma de tortura, es fruto de mentes psicológicamente enfermas, que por diferentes motivos, deciden imponer su voluntad sobre los demás sin importarles el grave daño que están ocasionando. Las personas que intentan con esta actitud obtener una supuesta forma de poder suelen reunir acólitos que les ayuden a poner en práctica sus aviesas intenciones, llegando a formar auténticas bandas callejeras. En la gran parte de los casos los padres no saben como actuar para proteger a sus hijos de este acoso, por ello en este artículo vamos a intentar analizar las causas, los efectos y las posibles soluciones a este terrible problema.
Causas
La personalidad de acosador y acosado. Normalmente es el factor determinante en es tipo de situaciones, ya que, en el caso del acosador, nos encontramos frente a una personalidad con tendencia sociópata, esto significa la falta total de aceptación de normas de convivencia y respeto hacia los derechos de los demás. En el caso del acosado una personalidad que refleja una baja autoestima y un deseo de complacer a los demás, en su intento de ser aceptado, aún a fuer de llegar a sufrir terribles padecimientos.
Los factores familiares. Los agresores suelen, aunque no siempre, provenir de hogares desestructurados donde aprenden a desarrollar, a base de sufrirlas, conductas agresivas, violentas y autoritarias que imponen allí donde ven que puedan actuar, como por ejemplo el colegio. En cuanto a este factor en el caso del agredido lo único que podría valorarse como causa indirecta sería la falta de comunicación, lo que provoca, en muchas ocasiones, que cuando la familia quiere darse cuenta, a veces es demasiado tarde.
Otras causas podríamos encontrarlas en el propio ámbito escolar, debido a laexcesiva concentración de alumnos en las aulas que en ocasiones impiden a los educadores darse cuenta de este tipo de situaciones, y por tanto actuar rápidamente. Al coexistir alumnos de todos los orígenes y condiciones se suelen producir con mucha frecuencia, ataques contra los considerados “empollones”, actos racistas y de discriminación sexual.
Consecuencias
Lógicamente los peor parados son la víctimas, ya que al verse sometida día a día a tal presión pueden desarrollar depresiones, ansiedad y miedo, además de somatizar su pánico y padecer enfermedades físicas, además de las evidentes lesiones provocadas por palizas y otras lindezas. Todo esto hace que generalmente se atrofie su desarrollo académico y la pérdida de su vida social, debido a sus reiteradas ausencias a clase, el verse obligado a cambiar de centro, y al negarse a salir a la calle situaciones provocadas por el terror a encontrarse con sus agresores. Si embargo la peor consecuencia es el suicidio como hemos podido ver en casos tan espeluznantes como los de Cristina Cuesta (16 años) o el de Jokin Zebeiro (14 años).
Para el agresor también tiene graves consecuencias, ya que de no corregirse su tendencia a la violencia gratuita, que es la forma en ha aprendido a lograr lo que quiere, terminará con seguridad siendo un delincuente habitual en el futuro.
Aquí os proponemos una serie de soluciones, que esperamos que en el caso de que estéis atravesando una situación tan difícil como esta os sean de ayuda.
Hablar con la víctima, lo mejor contando con la ayuda de un psicólogo, para inculcarle que siempre, y sin miedo, recurra a sus profesores y padres para que ellos puedan adoptar las medidas legales oportunas. Para esto se debe adoptar una postura en la que la víctima vea y crea que cuenta con el apoyo incondicional de los que intentan ayudarle, tanto los citados, como con sus amigos, compañeros y el resto de la familia. Motivarle a que continúe con sus actividades habituales, y si es necesario acompañarle para que vaya perdiendo el miedo, y sobre todo elevarle la autoestima alabando cualquier progreso, por nimio que sea, que evidencie que con su propio esfuerzo está avanzando hacia una existencia lejos del terror.
Para con el agresor intentar reeducarle haciéndole ver que la agresividad que lleva dentro únicamente le causará problemas, y que tiene cura gracias a la ayuda especializada. Inculcarle que hay que ser tolerante con los demás, que no va a ser mejor por ser el más “gallito” del colegio, y que lo único que va a conseguir es ser la víctima final de sus acciones.
Os dejamos con vídeo, que aunque duro responde a la realidad.


